El diálogo no
puede ser condicionado a resultados inmediatos. De todas las negociaciones que en el mundo
han sido, el más breve fue el de Sudáfrica… ¿y duró 5 años? Otros ejemplos son:
El Salvador: 10 años, Guatemala 11 años,
Irlanda 21 años, Angola 14 años, Sudán 7 años, y la lista continúa por el mismo
tenor. Pongamos los pies en el piso. Cuando se me dice que el país no aguanta
cinco años de negociaciones, siempre respondo que se hubiésemos comenzados hace
cinco años, hoy tendríamos resultados. En todo caso, cuanto más tarde
comencemos, más tarde se alcanzarán los resultados. Entonces, iniciemos
ya, sin miedo, con paciencia, con firmeza.
El
inmediatismo es enemigo de una negociación exitosa (suele ser coartada de quienes no la quieren
o no están interesados en ella) y la hace fracasar de antemano, creando además
ilusiones en el pueblo que sólo darán paso a más decepciones.
La MUD debe
hablar claro, es lo que el país espera y decir que sólo se está iniciando un proceso y que sus resultados sólo
serán observados en el tiempo. Constituye una irresponsabilidad que se siga
haciendo creer que este diálogo que ahora recomienza permitirá de inmediato la
recomposición de todos los poderes públicos (CNE y TSJ, por ejemplo) y hasta un
cambio de gobierno, con elecciones anticipadas. No se diga la alucinación ésa
(más que alucinación, ridiculez) según la cual el único objetivo del diálogo es
la renuncia del presidente. Seamos serios y no engañemos a la gente.
Si la MUD va a representar a toda la oposición democrática, todos
(incluso quienes nos hemos deslindado de ella) tenemos el deber exigirle
mesura al momento de plantear sus exigencias y seriedad al asumir la dirección
del diálogo.
La verdad es que los únicos resultados inmediatos del diálogo o los que
más importan son dos: por una parte, acordar un calendario electoral que
asegure con garantes internacionales un proceso de cambio democrático que
inicie la re-constitucionalización de la estructura del Estado: Elección de
consejos legislativos, alcaldías y concejos municipales a la brevedad posible y
elecciones presidenciales en diciembre de 2018 (que deben ser aceptadas explícitamente
por la MUD ); por la otra, aprobación progresiva por parte de la AN de los
empréstitos internacionales de la nación, para lo cual debe ser superado
el atropello de su ilegítima declaración en desacato.
Estos son los dos puntos en los que, en mi opinión, debe focalizar su
atención la MUD. Para lo demás: libertad de presos políticos, elección de un
nuevo CNE, recomposición del TSJ, relaciones ANC/AN, Comisión de la Verdad,
etc., etc., tenemos todo el año 2018. Añadiría como urgente, a través de un
diálogo económico y social específico y diferenciado, la posibilidad de la
apertura de un canal de ayuda humanitaria para Venezuela.
Tengo la impresión, y se trata de un hecho de enorme importancia que el
liderazgo debe verificar y estimar, de que una parte digamos más moderada
del madurismo ha concluido que el cambio político en 2018 es inevitable y
quiere negociar “el día después” de modo de asegurar su futuro como
proyecto político, para lo que la oposición democrática y el gobierno deben
desde ahora construir opciones de reconciliación y perdón, y no de
persecución y venganza.
Al liderazgo
de la MUD le ha faltado el necesario ejercicio autocrítico que comience por
reconocer el error estratégico de estos cuatro meses de insurrección y
violencia que no condujeron a
nada, excepto a más de 100 muertes (no sólo de opositores, sino también de
oficialistas y mayoritariamente de indiferentes) y a una Constituyente espuria.
Sólo de una autocrítica sincera puede derivarse la explicación que el país
opositor merece acerca de porqué este golpe de timón que va del 350 a la
participación en las elecciones regionales. Esta carencia es lo que permite
comprender que una parte del pueblo opositor, aturdida y desencantada, se haya declarado
en abstención, reportándole a los partidos más emblemáticos de esta salida
extremista, PJ y VP, una costosa derrota en las primarias de la MUD.
Las minorías
extremistas de ambos polos deben actuar con algo de humildad y permitir que
quienes somos partidarios de la ruta democrática y no de fantasiosas salidas
maximalistas, podamos explorar los caminos del diálogo, la negociación y los
acuerdos. Durante dos décadas, las
pretendidas salidas extremistas siempre llevaron al fracaso; por el
contrario, todas las victorias democráticas han obedecido a estrategias
moderadas, progresivas y democráticas. Con John Lennon decimos: Todo lo
que pedimos es que se le dé una oportunidad a la paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario