Vivimos tiempos muy
convulsos en nuestra sociedad, todos los días escuchamos en las calle historias
de secuestros, robos y en el peor de los casos asesinatos. Muchas veces las
historias que escuchamos o leemos en los medios parecen sacadas de alguna
película hollywoodense, pero realmente las vivimos muy cerca, tan cerca que
muchas veces esa realidad nos estalla en la cara.
Pero por escuchar
esas historias tan escalofriantes, las que dominan nuestra realidad, otras de
superación y esfuerzo por construir un sociedad mejor desde el seno familiar quedan
invisibilizadas; esa madre sola que echa pa’lante con sus chamos o aquel padre
que se despierta en la madrugada oscura para bajar a la ciudad y producir algo
de dinero para darle alimento a su familia. Muchas historias, pocas escuchadas
o divulgadas solo porque no son rocambolescas para los medios de comunicación o
ganen likes en las redes sociales.
Nuestras ciudades
tienen muchas historias que contarnos, muchas de ellas hasta convertirse en una
crónica, con su desarrollo y desenlaces, buenos o malos. Los ciudadanos hemos
ido evolucionando de ser simples espectadores de la transformación histórica de
nuestra nación para pasar a ser protagonista de su propia historia,
transformándola, en donde ya unos pocos no son protagonistas.
La ciudadanía ya no
la ejerce una elite o un grupo privilegiado de personas, ahora cada individuo,
desde el más rico, hasta el más humilde conoce, ejerce y sabe practicar su
ciudadanía en pleno. Los grupos políticos dominantes todavía se refieren a la
sociedad como pueblo, sin pensar que desde hace tiempo pasó a ser ciudadanía.
A mediados del siglo
XX Acción Democrática utilizo la imagen de Juan Bimba para representar al
pueblo humilde; una cosa con la que no contaban los dirigentes del partido
blanco, era que en el siglo XIX el
periodista Juan Vicente González se refería a Juan Bimba como alguien tonto. Pareciera
que González tuvo alguna visión de ver como gran parte de nuestro siglo XX la
clase política utilizaría a nuestra sociedad de tonto útil para privilegiar a
unos pocos de las buenas fortunas del poder y la economía.
En la actualidad ese
Juan Bimba del cual unos pocos se beneficiaron ha madurado de cierta manera,
pero más que todo por experiencias muy negativas, sin mayor formación de la que
aspiraba Simón Rodríguez en su momento. Ahora ese Juan Bimba es un Jhon Pérez o
una Maritza Ramírez que todos los días luchan incansablemente por superarse,
pero que las circunstancias políticas, económicas y sociales frenan sus mayores
ambiciones y obstaculizan la consecución de sus metas.
Nuestra clase
política, por desgracia, se encuentra totalmente desconectada de esta realidad;
han demostrado que solo les interesa el poder, sin pensar que ellos se
sostienen por una ciudadanía que todos los días lucha y trabaja por lograr esas
conquistas que muchos les prometieron, pero que de alguna manera dependen
directamente de lo que hagamos cada ciudadano desde nuestra trinchera.
Mientras tenemos una
señora que se levanta todas las madrugadas para vender empanadas, un señor que
se levanta cada día para trabajar como obrero o aquel joven que todos los días
estudia y después de clases se rebusca para ayudar en su casa, a nuestros políticos
solo les importa el poder, sin pensar en la superación ciudadana, esa que nos
hace ser una verdadera república como anhelaba Simón Rodríguez.
Excelente iniciativa Rafael Gerardo Curvelo Espin. Ojala que muchos nos animemos a alimentar tu blog con nuestra propias vivencias, convertidas en crónicas ciudadanas. ¿Superarán las experiencias positivas a las negativas? Hagamos el balance.
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