Mañana jueves 1 de
septiembre la nación escribe un nuevo capítulo de su lucha por la democracia,
la ciudadanía abrumadoramente desea un cambio de rumbo, el gobierno se
encuentra perdido en su propio laberinto sin poder conectarse con la realidad
existente. Se apuesta a que la jornada denominada “La Toma de Caracas” sea
pacífica y cívica, esto en contra de una minoría que parece hacerle juego a la
confrontación y la violencia.
Los radicales del
gobierno y la oposición buscan nutrirse con un choque de fuerzas que solo
perjudica la estabilidad de Venezuela, estabilidad necesaria para reconstruir
un tejido social muy deteriorado y poder concertar un gobierno transitorio, o
como muchos sectores han denominado, Gobierno de Unidad Nacional. Tarea
titánica en momentos en los que vivimos en los cuales la polarización domina el
panorama y la división engendrada por el Chavismo ha hecho mucho daño en la
sociedad.
No podemos dejar que
una jornada cívica sea empañada por la pretensión de unos pocos de querer
enfrentar compatriotas contra compatriotas. Los verdaderos enemigos de la
república están más cerca de lo que se creen: desabastecimiento, inseguridad,
inflación galopante y un rosario de calamidades que no da tiempo de describir.
Todos estos problemas se pueden aliviar con un cambio de gobierno que concerte
con todas las fuerzas vivas de la sociedad y logre las transformaciones que la
nación necesita.
Más allá del 1 de
septiembre, debemos prepararnos para los retos que se nos vienen; el más inmediato el referéndum revocatorio,
que por las trabas impuestas por el gobierno se va a dar a principios del año
que viene. Un referéndum que cuenta con un respaldo mayoritario de la
ciudadanía, sin importar las tendencias políticas-ideológicas, muchos desean un
nuevo rumbo para la Venezuela del siglo XXI.
Para lograr el
triunfo electoral en el revocatorio se necesita una unidad que vaya más allá de
los partidos políticos del establishment, esto nos lleva a unir criterios con
disidentes del chavismo no madurista, que buscan una regeneración de sus
fuerzas a través del camino democrático, pero sobre todo tenemos que hablarle a
esa población que siente una total desconexión de la dirigencia política,
chavista y opositora, de la realidad nacional con propuestas claras.
Como ciudadanos no
debemos desfallecer; la lucha por los derechos democráticos y constitucionales
es de mucha resistencia, y más cuando nos enfrentamos a un gobierno que es
transgresor de sus propias leyes. Lo más importante, además, es no caer en los
juegos de los radicales de lado y lado, que se alumbran por los atajos
violentos, pensando que de esa manera se lograran cambios o permanencias en el
poder, sin entender que la gran derrotada por los hechos violentos es la propia
patria.
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