Vamos llegando a los
100 días de protesta y la situación pareciera no tener una solución inmediata;
las movilizaciones tienen su flujo y reflujo, hay días de protestas
multitudinarias, otros días son desmotivantes. Las demandas de la ciudadanía de
la calle ya empiezan a variar, ya no se habla tanto del Maduro ¡Vete YA!, se habla de exigencias más sociales: la comida,
las medicinas, mejores condiciones laborales y de vida son las exigencias que
las personas buscan en lo inmediato, por encima de lo más complejo.
También estos días de
protestas han dejado cifras lamentables, como por ejemplo los 90 fallecidos,
según datos de la Fiscalía, o las más de 3500 personas detenidas durante estos
tres meses de turbulencia política, según el Foro Penal. El panorama político
sólo tiene en el horizonte dos caminos opuestos: Por un lado el liderazgo de la
Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que ha convocado un plebiscito ¿ciudadano? en
el cual se va preguntar a la gente sobre la Constituyente, el papel de las
Fuerzas Armadas y la renovación de los Funcionarios Públicos; por otro lado el
Gobierno sigue con su campaña por la Constituyente, abriéndole espacio a los
candidatos en los medios públicos, algo que se puede considerar peculado de
uso.
En medio de la
conflictividad político-social, hay un gran sector de la población que no se
siente identificada con la lucha política, ya que no aborda los problemas más
inmediatos; eso no significa que ese sector no rechace al actual Gobierno o sea
indiferente a las protestas (acusación aventurada e irresponsable por parte de
los más extremistas). Aunque a través de las redes sociales y los medios
digitales se evidencian las protestas políticas, hay un mar de fondo social que
no es visibilizado. Las últimas protestas en los sectores más deprimidos han
sido por la irregularidad en la llegada de la bolsa de alimentos de los CLAP, o
por la falta de gas doméstico, cosa que ha afectado, aún más, la alimentación
de muchos venezolanos.
Ya el sociólogo Alejandro
Velasco hacía un profundo y crudo análisis sobre el por qué de la ausencia de
los sectores populares en la lucha política, evidencia de una lucha alejada de
su propia realidad; no se tocan los problemas que los afectan: inseguridad,
alimentos, medicinas, etc. Aunque anteriormente comenté que se ha venido
colando lo social en las protestas, es muy obvio que no es la prioridad en la
agenda de lucha de la MUD.
Análisis como el de
Velasco no están exentos de la crítica más agresiva, sobre todo de aquellos “columnistas
de profesión” que hacen más inferencias que reflexiones reales. La situación
político-social de Venezuela es mucho más compleja que el simplismo
chavista-madurista-opositor. Hace una semana se filtró una encuesta confidencial
de Datanalisis, sus números pueden sorprender a más de uno: Hugo Chávez (a
pesar de estar fallecido) sigue siendo el líder mejor valorado, las
instituciones públicas, incluida la Asamblea Nacional, están muy mal valoradas,
temas como la inclinación político-partidista arroja números para la reflexión
y el debate; 40% no se identifica con ningún polo (MUD-PSUV) y más del 60% dice
no tener identificación partidista. Datos para el análisis, que arroja un mundo
social que puede considerarse confuso, pero con oportunidades para la
construcción de otras alternativas más allá la MUD, pero aliada en todo momento
con ella por el bien mayor.
Es necesario el
cambio del discurso dentro de la oposición, no se puede seguir practicando el
feo principio de “cristianos evangelizando cristianos”, se le debe hablar a esa
Venezuela ignorada, la que representa el grueso de la población, aquella a la que
Chávez le habló, que visibilizó y que de alguna manera (nos guste o no) les dio
esperanza. El mensaje debe empezar a dar confianza a los ciudadanos, aunque en esta
última parte me refiero a los sectores más vulnerables, la ilusión debe
recobrarse en todos, con el objetivo de soñar y mantener el optimismo para los difíciles
tiempos que nos vendrán a todos.
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