Estamos
en la recta final de una campaña electoral que ha sido muy cuestionada por la
forma como fue convocada y por el abuso del poder oficial, las cartas todavía
no están echadas, faltan 2 días para que el país conozca cuál es el destino que
le depara para los próximos 20 años.
Antes
de dar cualquier análisis quiero relatar un pequeño cuento que puede ser
reflejo de muchos venezolanos:
Julio es un señor de
66 años que como cualquiera de su edad ha trabajado duro por muchos años para
darse un bienestar para él y su familia, vive en una zona de clase de media de
Caracas, en un apartamento que adquirió hace más de 30 años gracias a la
política habitacional de la época y al esfuerzo de ahorrar dinero producto de
su trabajo.
Como toda persona de
la tercera edad; Julio recibe la pensión que le corresponde por haber trabajado
tantos años; cuando es el día de cobro le toca pararse a las 3:00 am, para
estar en la puerta del banco a las 4:00 am, arriesgándose a ser una víctima más
de la delincuencia, menos mal que el banco está cerca de la casa y ha hecho
amistad con otros pensionados que comienzan hacer la cola a esa misma hora. Después
de más de 5 horas de espera logra que le paguen como Bs. 2.500.000 entre el
aumento de la pensión, retroactivo y un bono que da el gobierno de “guerra económica”.
Con eso debe decidir si compra algo de comida o las pastillas para la tensión,
menos mal que su hijo mayor que lleva dos años en el extranjero le manda dinero
para que pueda vivir medianamente bien junto a su esposa.
Julio vive el día a
día, ve como se deteriora el transporte público, los precios de los alimentos y
medicinas suben sin control, dando la atmosfera de desesperanza. Por
casualidades de la vida nació en 1952, año en que Marcos Pérez Jiménez tomo el
poder al desconocer las elecciones de la constituyente ganadas por URD (Unión Republicana
Democrática), recuerda que su padre le contaba como la militancia de AD, de
aquel entonces, decidió no acatar la línea del partido y se fueron hacer
campaña por URD. Recordando ese capítulo, piensa que el voto en algo ayuda; a
ganar elecciones o a desenmascarar a las dictaduras.
La familia de Julio
se encuentra dividida, cosa que pasa con todas las familias, su esposa no está
del todo decidida a votar, pero si lo hace lo hará por Javier Bertucci; su
hija, funcionara pública, está obligada hacerlo, dice que aprovechará la oportunidad
para votar por Henri Falcón; su hijo menor considera que no vale la pena y que
el resultado de las elecciones está cantado. Julio reconoce que no es
simpatizante de Falcón, pero considera que si es la persona que puede derrotar
al gobierno, le da su voto sin ningún inconveniente; esto le ha traído
desencuentros con el hijo mayor, que considera que su papá ejerciendo el voto
legaliza la dictadura. Ante esa afirmación Julio responde: mi voto es un acto
de rebeldía contra quienes nos tienen pasando hambre y miseria.
Está
pequeño relato es la realidad de muchos; la crisis nos agobia a todos y no
distingue diferencias de ningún tipo. Todos los días los venezolanos sufren un
calvario agarrando el transporte a sus trabajos, haciendo la cola para comprar
el pan, recorriendo farmacias buscando alguna medicina y cuando la consiguen es
impagable, ante este largo rosario de calamidades es necesaria una respuesta
contundente.
Podemos
abstenernos y esperar a que la situación sea insostenible para el gobierno,
pero ¿cuántos venezolanos morirán? y no hablo producto de la violencia del
Estado, me refiero a los enfermos crónicos, los ancianos que no consiguen
medicinas o los neonatos que no son atendidos adecuadamente. Esa gente no puede
esperar soluciones metafísicas o que el “imperio” se digne a invadirnos.
El
voto, cuestionado, vilipendiado e incluso desechado por algunos; es el arma de
millones de venezolanos que esperan rebelarse en contra de unas autoridades que
se desconectaron de la realidad hace muchos años. Esos ciudadanos sienten que
con el voto expresan lo que no pueden decir en sus trabajos o en el consejo
comunal, aunque ya muchos le han ido perdiendo el miedo al chantaje y la amenaza;
ven que votando este domingo 20 de mayo pueden terminar sacando del poder a
quienes día a día los intimidan.
Como
Julio, mucha gente quiere rebelarse pero sin ser llevados a aventuras donde el
sufrimiento y la muerte sean la conclusión. El voto es el arma para rebelarnos,
para responderle a quienes hoy despachan desde Miraflores que el tiempo se les
venció y que llegó la hora de que le pasen el poder a otros que pueden rescatar
al país del hambre y la miseria.
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