Se
está terminando el año 2019, muchas cosas se pudieran analizar y escribir sobre
el año que se acaba, pero creo pertinente dedicar unas líneas a un tema que
tuvo un efecto espuma a principios de mes y que pareciera que fuera a pasar
algo desapercibido, aunque puede ser relevante para el 2020, por sus
implicaciones.
El
pasado 5 de diciembre, el presidente Nicolás Maduro tuvo un acto con
representantes del Movimiento Cristiano
Evangélico por Venezuela. En la misma aprobó la creación de una Universidad Teológica Evangélica de
Venezuela, además decretó el 15 de enero como Día del Pastor y la Pastora. Un guiño para un sector social y
religioso del país que le ha sido crítico en los últimos tiempos.
Llama
la atención que un gobierno que dice ser de izquierda,
contemple una pseudoreligiosidad como política de estado. La realidad es que se
aleja de gobiernos afines como los de Nicaragua o Cuba y se parezca más a sus
contrapartes de Brasil o Bolivia.
Hay
que recalcar que la religiosidad en Venezuela es un asunto inherente a las
personas; basta con ver las manifestaciones de culto hacía la Divina Pastora en
Lara, la Chiquinquirá en Zulia o la Virgen del Valle en el Oriente; pero
tampoco podemos negar los eventos que realizan las agrupaciones evangélicas, en
pequeños locales o de manera multitudinaria.
Según
los datos del Latinobarómetro de 2018,
en Venezuela 85% de la población se identifica como cristiana; de ese
porcentaje un 67% se considera católico y un 18% evangélico. Cabe acotar que
dentro del grupo cristiano evangélico el grupo más grande es el pentecostal con
60% del total que no se identifica con el cristianismo católico. Los números no
han variado en los últimos años y también vale la pena leer el Informe Sociográfico sobre la religión en Venezuela del sacerdote jesuita Jesús María Aguirre, publicado por la
Revista SIC del Centro Gumilla en junio de 2012.
Nuestra
Constitución establece en su artículo 59 lo siguiente:
El Estado garantizará
la libertad de religión y culto. Toda persona tiene derecho a profesar su fe
religiosa y cultos y a manifestar sus creencias en privado o público, mediante
la enseñanza u otras prácticas, siempre que no se oponga a la moral, a las
buenas costumbres y al orden público. Se garantiza, así mismo, la independencia
y la autonomía de las iglesias y confesiones religiosas, sin más limitaciones
que las derivadas de esta Constitución y de la ley. El padre y la madre tienen
derecho a que sus hijos o hijas reciban la educación religiosa que esté de
acuerdo con sus convicciones.
Nadie podrá invocar
creencias o disciplinas religiosas para eludir el cumplimiento de la ley ni para
impedir a otro u otra el ejercicio de sus derechos.
En
este punto es importante realizarse las siguientes preguntas:
¿Qué buscan o
esquivan quienes pactan con el gobierno bajo el esquema cristiano?
¿Cuál es el objetivo
del gobierno al tener cerca a sectores del cristianismo venezolano?
Nuestro
país mantiene el principio del Estado
Laico, aunque en la práctica, pareciera que no se cumpliera al pie de la
letra tal fundamento. Puede considerar el tema un debate inacabado, o en el
mejor de los casos uno que será difícil cerrar de forma permanente; siempre estará
presente el tema de los límites que debe haber entre estado y fe.
El
fundamentalismo laical y religioso, presente en una sociedad polarizada, no
busca ponerse de acuerdo en un punto medio sobre un tema transcendental para
millones de venezolanos. Estado y religión pueden ir separados, sin mezclarse,
entendiendo la labor de cientos de organizaciones religiosas que ayudan a
reconstruir el país, con la vigilancia constante de las autoridades que eviten
alguna discriminación por motivos de creencias.
Sobre
el punto que atañe estas líneas es imperioso resaltar que cuando un gobierno
hace una acción como la que realizó el 5 de diciembre, pone de manifiesto su
desconocimiento de la realidad social. Busca la redención de los cielos, a
través de la fe de muchos, buscando demostrar cierta religiosidad, que en el fondo termina siendo muy falsa.
En
ese sentido sectores evangélicos han manifestado su rechazo hacia tal acuerdo,
desconociendo la representación del Movimiento
Cristiano Evangélico por Venezuela y de su líder Moisés García. Organizaciones
como la Confederación de Iglesias Cristianas de Venezuela, Red Internacional de
Ministerios Amigos, Centro Cristianos de Naciones y el partido Nuvipa, han sido
tajantes en condenar tal acuerdo que puede contravenir el desarrollo
multireligioso.
El
estado venezolano mantiene, desde 1964 un Concordato
con el Vaticano para garantizar, no solo las relaciones diplomáticas entre
Venezuela y la Santa Sede, también busca normalizar cuestiones como nombramientos
de obispos, organización de obras de la iglesia católica y directrices del
manejo eclesiástico dentro del territorio. Tal ley en ningún momento busca
suprimir el derecho de las personas a manifestarte en otro tipo de creencias.
El
tiempo aclarará un tema que se realizó al garete; ahora el 15 de enero será el
Día del Pastor, como decretó Nicolás Maduro, ignorando que ese también es el
Día del Maestro. La pseudoreligiosidad invade
al gobierno que desea mostrar otra cara distinta, para no verse tan agresivo
ante un colectivo que le ha dado la espalda.
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